Había una vez un trébol perdido en una ciudad cuadrada,
que odiaba las jaulas y quería destrozarlas,
que amaba los Soles y extrañaba los ríos
que descienden sonrientes acariciando los cerros,
que soñaba despierto una Casa en la Montaña:
una Casa sin rejas ni cerrojos,
con lumbres inmensas...
que "a pesar de los golpes y de nuestros caídos,
la tortura y el miedo, los desaparecidos"
quería no resignarse y no darnos por vencidos.
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